Hola a tod@s, de nuevo.
En tercero de la ESO hemos iniciado el estudio del Renacimiento y, con él, la obra de GARCILASO DE LA VEGA, la figura poética por antonomasia del primer Renacimiento, situado en la primera mitad del siglo XVI.
De todos son conocidos sus sonetos amorosos, inspirados en su doloroso amor por la prematura muerte de su amada Isabel Freyre, la "Elisa" de sus poemas.
Así, por ejemplo, el soneto XXIII ("En tanto que de rosa y azucena") es el ejemplo literario que se empareja con el cuadro del pintor florentino Boticelli (1445 - 1510) titulado "El nacimiento de Venus", perfecta encarnación del tòpico "Collige, virgo, rosas" o "Carpe diem". El soneto X ("Escrito está en mi alma vuestro gesto") es otro claro ejemplo del tópico de la "Religio amoris" basado en la concepción neoplatónica de la vida, la literatura y el amor renacentistas.
Así, por ejemplo, el soneto XXIII ("En tanto que de rosa y azucena") es el ejemplo literario que se empareja con el cuadro del pintor florentino Boticelli (1445 - 1510) titulado "El nacimiento de Venus", perfecta encarnación del tòpico "Collige, virgo, rosas" o "Carpe diem". El soneto X ("Escrito está en mi alma vuestro gesto") es otro claro ejemplo del tópico de la "Religio amoris" basado en la concepción neoplatónica de la vida, la literatura y el amor renacentistas.
Para más información sobre sus sonetos podéis visitar este enlace:
https://insulabaranaria.wordpress.com/2012/09/28/tres-sonetos-de-garcilaso-de-la-vega/
https://insulabaranaria.wordpress.com/2012/09/28/tres-sonetos-de-garcilaso-de-la-vega/
Sin embargo, hoy vamos a centrarnos en otro tema concomitante al del amor y la naturaleza, en la poesía garcilasiana: la mitología. Y para ello, nos basta con centrarnos en la Égloga III del poeta, donde se nos narra cómo cuatro hermosas ninfas, que se solazan en las aguas del Tajo, salen del río para tejer en sus delicados telares las trágicas historias de amor de Orfeo y Eurídice, Apolo y Dafne, Venus y Adonis y ... Garcilaso y Elisa. Toda la Égloga III está escrita en octavas reales (ABABABCC).
A continuación os dejo una selección de la misma. Espero que la disfrutéis.
A continuación os dejo una selección de la misma. Espero que la disfrutéis.
La antigua capital toledana bañada por el río Tajo
ÉGLOGA III
(...)
Cerca del Tajo en soledad amena
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.
de verdes sauces hay una espesura,
toda de yedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta la altura,
y así la teje arriba y encadena,
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido
alegrando la vista y el oído.
Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo en aquella parte caminaba,
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos de oro fino,
una ninfa del agua do moraba
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido de flores y de sombra lleno.
Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor de aquel florido suelo.
Las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo.
Secaba entonces el terreno aliento
el sol subido en la mitad del cielo.
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
Tajo en aquella parte caminaba,
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos de oro fino,
una ninfa del agua do moraba
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido de flores y de sombra lleno.
Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
el suave olor de aquel florido suelo.
Las aves en el fresco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo.
Secaba entonces el terreno aliento
el sol subido en la mitad del cielo.
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba.
Habiendo contemplado una gran pieza
atentamente aquel lugar sombrío,
somorgujó de nuevo su cabeza,
y al fondo se dejó calar del río.
A sus hermanas a contar empieza
del verde sitio el agradable frío,
y que vayan las ruega y amonesta
allí con su labor a estar la siesta.
atentamente aquel lugar sombrío,
somorgujó de nuevo su cabeza,
y al fondo se dejó calar del río.
A sus hermanas a contar empieza
del verde sitio el agradable frío,
y que vayan las ruega y amonesta
allí con su labor a estar la siesta.
(...)
Estaba figurada la hermosa
Eurídice, en el blanco pie mordida
en la pequeña sierpe ponzoñosa
entre la hierba y flores escondida;
descolorida estaba como rosa
que ha sido fuera de sazón cogida,
y el ánima los ojos ya volviendo,
de su hermosa carne despidiendo.
Eurídice, en el blanco pie mordida
en la pequeña sierpe ponzoñosa
entre la hierba y flores escondida;
descolorida estaba como rosa
que ha sido fuera de sazón cogida,
y el ánima los ojos ya volviendo,
de su hermosa carne despidiendo.
Figurado se vía extensamente
el osado marido que bajaba
al triste reino de la oscura gente,
y la mujer perdida recobraba;
y cómo después de esto él, impaciente
por miralla de nuevo, la tornaba
a perder otra vez, y del tirano
se queja al monte solitario en vano.
el osado marido que bajaba
al triste reino de la oscura gente,
y la mujer perdida recobraba;
y cómo después de esto él, impaciente
por miralla de nuevo, la tornaba
a perder otra vez, y del tirano
se queja al monte solitario en vano.
Dinámene no menos artificio
mostraba en la labor que había tejido,
pintando a Apolo en el robusto oficio
de la silvestre caza embebecido.
Mudar luego le hace el ejercicio
la vengativa mano de Cupido.
que hizo a Apolo consumirse en lloro
después que le enclavó con punta de oro.
Dafne con el cabello suelto al viento,
sin perdonar al blanco pie corria
por áspero camino, tan sin tiento
que Apolo en la pintura parecía que,
porque ella templase el movimiento,
con menos ligereza la segura.
El va siguiendo, y ella huye
como quien siente al pecho el odioso plomo.
Mas a la fin los brazos le crecían,
y en sendos ramos vueltos se mostraban.
Y los cabellos. que vencer solían
al oro fino, en hojas se tornaban;
en torcidas raíces se extendían
los blancos pies, y en tierra se hincaban;
llora el amante, y busca el ser primero,
besando y abrazando aquel madero
(...)
Adonis este se mostraba que era,
según se muestra Venus dolorida,
que viendo la herida abierta y fiera,
estaba sobre él casi amortecida.
Boca con boca coge la postrera
parte del aire que solía dar vida
al cuerpo, por quien ella en este suelo
aborrecido tuvo al alto cielo.
(...)
En la hermosa tela se veían
entretejidas las silvestres diosas
salir de la espesura, y que venían
todas a la ribera presurosas,
en el semblante tristes, y traían
cestillos blancos de purpúreas rosas,
las cuales esparciendo derramaban
sobre una ninfa muerta, que lloraban,
Todas con el cabello desparcido
lloraban una ninfa delicada ,
cuya vida mostraba que había sido
antes de tiempo y casi en flor cortada.
Cerca del agua en el lugar florido,
estaba entre las hierbas degollada,
cual queda el blanco cisne cuando pierde
la dulce vida entre la hierba verde.
Una de aquellas diosas, que en belleza,
al parecer, a todas excedía,
mostrando en el semblante la tristeza
que del funesto y triste caso había
apartado algún tanto, en la corteza
de un álamo estas letras escribía
como epitafio de la ninfa bella,
que hablaban así por parte de ella.
"Elisa soy, en cuyo nombre suena
y se lamenta el monte cavernoso,
testigo del dolor y grave pena
en que por mí se aflige Nemoroso,
y llama ¡Elisa!... ¡Elisa! a boca llena
responde el Tajo, y lleva presuroso
al mar de Lusitania el nombre mío,
donde será escuchado, yo lo fío." (...)
Garcilaso de la Vega
ENLACE al poema completo
RESUMEN DE LOS TRES MITOS DE LA ÉGLOGA III
RESUMEN DE LOS TRES MITOS DE LA ÉGLOGA III
1.- ORFEO Y EURÍDICE
Orfeo estaba desposado con la Ninfa Eurídice, de quien estaba profundamente enamorado.
Un día en el que ella estaba paseando por la orilla de un río, se encontró con el pastor Aristeo. Cautivado por su belleza, Aristeo se enamoró de ella y la persiguió por el campo.
Eurídice trató de escapar, pero mientras corría tropezó con una serpiente, que la mordió con su letal veneno. Abatido por su pérdida, Orfeo decidió viajar a los infiernos (de los que ningún mortal habría retornado jamás), para lograr que le fuera devuelta su esposa.
A Perséfone (Proserpina), reina del mundo subterráneo, le conmovió tanto su pena, que accedió a conceder su deseo a cambio de que no mirase a Eurídice en el camino de vuelta a la luz. Pero a medida que se acercaba el final de su viaje, Orfeo no pudo evitar mirar hacia atrás para comprobar que su amada seguía todvía junto a él. Al mirarla , ella se desvaneció ante su ojos y la perdió para siempre. Orfeo nunca se recuperó y vivió con ese sufrimiento por el resto de sus días.
2.- APOLO Y DAFNE.
Apolo, dios de los arqueros, de la música, de la profecía y de la luz, era muy poderoso, pero no siempre afortunado en sus amores. Su primer amor fue la ninfa Dafne, pero ella lo rechazó. La violenta pasión de Apolo y la resistencia de Dafne se debía a que Eros (Cupido), irritado por las bromas de Apolo, le disparó a él una flecha de oro para que se enamorase de ella, mientras que a Dafne, le dirigió una de plomo para que le rechazase. Apolo persiguió a Dafne con todo tipo de súplicas amorosas, todas las cuales rechaza hasta llegar a orillas del río Peneo. Aquí justo en el momento en que va a darle alcance, ella pide ayuda a su padre, el dios del río, el cual la transforma en un laurel. Apolo se queda de una pieza. Al contrario que su padre Zeus, Apolo aceptaba los rechazos, aunque a veces la venganza era terrible. Por ejemplo, cuando la Sibila Deifobe le rechazó -a pesar de ofrecerle tantos años de vida como granos de tierra pudiése recoger- se enojó tanto, que le dio mil años más de vida... ¡pero sin eterna juventud! Pasó el resto de sus días metida en un tarro, en Cumas, sin que se le concediera su único deseo: la muerte.
3.- AFRODITA Y ADONIS.
Adonis era un bello joven del que se enamoraron Afrodita y Perséfone. El moriría a consecuencia de sus disputas a manos de Ares, el celoso amante de Afrodita, disfrazado de jabalí, por petición de Perséfone (quien quería recluir a Adonis eternamente en el mundo subterráneo). Adonis era hijo de Cíniras, rey de Pafos en Chipre, y de su hija Esmirna (mirra). Afrodita había hecho que Esmirna se enamorase de su padre y se acostara con él cuando estaba borracho, en represalia por haber alardeado respecto a que su hija era más hermosa que ella. Cuando Esmirna se percató de su preñez, su padre trató de matarla, pero Afrodita, compadeciéndose de Esmirna, la convirtió en un árbol de mirra. El árbol, posteriormente se partió en dos y de él salió el bellísmo Adonis. Afrodita colocó el bebé en un cofre y se lo dió a Perséfone para que lo cuidara... ¡pero Perséfone se enamoró perdidamente de él!.
¿QUIEN ERA ISABEL FREYRE, O <<ELISA>> EN LOS VERSOS DE GARCILASO?
2.- APOLO Y DAFNE.
Apolo, dios de los arqueros, de la música, de la profecía y de la luz, era muy poderoso, pero no siempre afortunado en sus amores. Su primer amor fue la ninfa Dafne, pero ella lo rechazó. La violenta pasión de Apolo y la resistencia de Dafne se debía a que Eros (Cupido), irritado por las bromas de Apolo, le disparó a él una flecha de oro para que se enamorase de ella, mientras que a Dafne, le dirigió una de plomo para que le rechazase. Apolo persiguió a Dafne con todo tipo de súplicas amorosas, todas las cuales rechaza hasta llegar a orillas del río Peneo. Aquí justo en el momento en que va a darle alcance, ella pide ayuda a su padre, el dios del río, el cual la transforma en un laurel. Apolo se queda de una pieza. Al contrario que su padre Zeus, Apolo aceptaba los rechazos, aunque a veces la venganza era terrible. Por ejemplo, cuando la Sibila Deifobe le rechazó -a pesar de ofrecerle tantos años de vida como granos de tierra pudiése recoger- se enojó tanto, que le dio mil años más de vida... ¡pero sin eterna juventud! Pasó el resto de sus días metida en un tarro, en Cumas, sin que se le concediera su único deseo: la muerte.
3.- AFRODITA Y ADONIS.
Adonis era un bello joven del que se enamoraron Afrodita y Perséfone. El moriría a consecuencia de sus disputas a manos de Ares, el celoso amante de Afrodita, disfrazado de jabalí, por petición de Perséfone (quien quería recluir a Adonis eternamente en el mundo subterráneo). Adonis era hijo de Cíniras, rey de Pafos en Chipre, y de su hija Esmirna (mirra). Afrodita había hecho que Esmirna se enamorase de su padre y se acostara con él cuando estaba borracho, en represalia por haber alardeado respecto a que su hija era más hermosa que ella. Cuando Esmirna se percató de su preñez, su padre trató de matarla, pero Afrodita, compadeciéndose de Esmirna, la convirtió en un árbol de mirra. El árbol, posteriormente se partió en dos y de él salió el bellísmo Adonis. Afrodita colocó el bebé en un cofre y se lo dió a Perséfone para que lo cuidara... ¡pero Perséfone se enamoró perdidamente de él!.
Isabel Freyre (Beja, Portugal , 1507 - Toro (Zamora) , 1536), dama portuguesa a quien se le atribuía ser la pastora "Elisa" de los poemas de Garcilaso de la Vega.
Hija de Bernardim de Almeida y de Guiomar Freire de Andrade, por parte paterna pertenecía a los condes de Abrantes, descendientes de la Casa Real portuguesa, aunque algún autor recoge un antiguo testimonio que la hacía familiar de los duques de Braganza.
Fue una de las damas que, en 1526, acompañó a Isabel de Portugal a Castilla, para la boda de esta con Carlos I. Hallándose la Corte en Toledo, entre octubre de 1528 y marzo de 1529, contrajo matrimonio con D. Antonio de Fonseca, regidor de Toro, futuro señor de Villanueva de Cañedo y heredero del mayorazgo fundado por su abuelo Alonso de Fonseca, obispo de Ávila, Cuenca y Osma.
El matrimonio Fonseca-Freyre se estableció en Toro, ciudad donde Antonio de Fonseca, conocido como el Gordo, formaba parte de las élites del poder local. Isabel dio a luz, al menos, a tres hijos: Alonso de Fonseca, que casará con Juana Enríquez, de quienes descienden los titulares del condado de Villanueva de Cañedo; Catalina de Fonseca, que matrimonió con Pedro Enríquez; y Guiomar de Fonseca, monja en el monasterio de Sancti Spiritus, de Toro.
Lo más probable es que Isabel Freire muriera en un cuarto o quinto parto, o como consecuencia de él. Fue enterrada en la capilla familiar de los Fonseca en el toresano monasterio de San Ildefonso, en un año comprendido entre 1534 y 1537
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