'1984' (fragmento)
- ¿Cómo va el diccionario?
–dijo Winston elevando la voz para dominar el ruido.
- Despacio –respondió Syme–.
Por los adjetivos. Es un trabajo fascinador. (...)
- La onceava edición es la
definitiva –dijo–. Le estamos dando al idioma su forma final, la forma que
tendrá cuando nadie hable más que neolengua. Cuando
terminemos nuestra labor, tendréis que empezar a aprenderlo de nuevo. Creerás,
seguramente, que nuestro principal trabajo consiste en inventar palabras. Nada
de eso. Lo que hacemos es destruir palabras, centenares de palabras cada día.
Estamos podando el idioma para dejarlo en los huesos. De las palabras que
contenga la onceava edición, ninguna quedará anticuada antes del año 2050–. Dio
un hambriento bocado a su pedazo de pan y se lo tragó sin dejar de hablar con
una especie de apasionamiento pedante. Se le había animado su rostro moreno, y
sus ojos, sin perder el aire soñador, no tenían ya su expresión burlona.
- La destrucción de las
palabras es algo de gran hermosura. Por supuesto, las principales víctimas son
los verbos y los adjetivos, pero también hay centenares de nombres de los que
uno puede prescindir. No se trata sólo de los sinónimos. También los antónimos.
En realidad ¿qué justificación tiene el empleo de una palabra sólo porque sea
lo contrario de otra? Toda palabra contiene en sí misma su contraria. Por
ejemplo, tenemos «bueno». Si tienes una palabra como «bueno», ¿qué necesidad
hay de lo contrario, «malo»? Nobueno sirve exactamente igual, mejor todavía, porque es la
palabra exactamente contraria a «bueno» y la otra no (...) ¿No te das cuenta de la belleza que hay en esto, Winston? Naturalmente, la idea fue del Gran Hermano –añadió
después de reflexionar un poco.
Al oír nombrar al Gran
Hermano, el rostro de Winston se animó
automáticamente. Sin embargo, Syme descubrió
inmediatamente una cierta falta de entusiasmo.
- Tú no aprecias la neolengua en lo que vale– dijo Syme
con tristeza–. Incluso cuando escribes sigues pensando en la antigua lengua. He
leído algunas de las cosas que has escrito para el Times. Son bastante buenas, pero no pasan de traducciones. En el
fondo de tu corazón prefieres el viejo idioma con toda su vaguedad y sus
inútiles matices de significado. No sientes la belleza de la destrucción de las
palabras. ¿No sabes que la neolengua es el único
idioma del mundo cuyo vocabulario disminuye cada día?
Winston
no lo sabía, naturalmente. Sonrió –creía hacerlo agradablemente– porque no se
fiaba de hablar. Syme comió otro bocado del pan
negro, lo masticó un poco y siguió:
- ¿No ves que la finalidad
de la neolengua es limitar el alcance del
pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos
haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimen tal si cada
concepto se expresa claramente con una
sola palabra, una palabra cuyo significado esté decidido rigurosamente y con
todos sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre? Y en la
onceava edición nos acercamos a ese ideal, pero su perfeccionamiento continuará
mucho después que tú y yo hayamos muerto. Cada año habrá menos palabras y el
radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño. Por supuesto,
tampoco ahora hay justificación alguna para cometer un crimen por el
pensamiento. Sólo en cuestión de autodisciplina, de control de la realidad.
Pero llegará un día en que ni esto será preciso. La revolución será completa
cuando la lengua sea perfecta. Neolengua es Ingsoc e Ingsoc es neolengua –añadió con una satisfacción mímica–. ¿No se te
ha ocurrido pensar, Winston, que lo más tarde hacia
el año 2050, ni un solo ser humano podrá entender una conversación como ésta
que ahora sostenemos?
- Excepto… -empezó a decir Winston,
dubitativo, pero se interrumpió alarmado.
Había estado a punto de decir
«excepto los proles»; pero no estaba muy seguro de que esta observación fuera
muy ortodoxa. Sin embargo, Syme adivinó lo que iba a
decir.
- Los
proles no son seres humanos– dijo–.
Hacia el 2050, quizá antes, habrá desaparecido todo conocimiento efectivo del
viejo idioma. Toda la literatura del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron…
sólo existirán en versiones neolingüísticas, no sólo
transformados en algo muy diferente, sino convertidos en lo contrario de lo que
eran. Incluso la literatura del Partido cambiará, hasta los slogans serán otros. ¿Cómo vas a
tener un slogan como el de «la
libertad es la esclavitud» cuando el concepto de libertad no exista? Todo el
clima del pensamiento será distinto. En realidad, no habrá pensamiento en el
sentido en que ahora lo entendemos. La ortodoxia significa no pensar, no
necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la inconsciencia.
En el siguiente enlace, os dejo un excelente comentario de texto actualizado sobre el libro y el fragmento anteriores. Para reflexionar en época estival. Espero que os guste. Pincha AQUÍ
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