Romance del Conde Arnaldos
¡Quién hubiese tal ventura sobre las aguas del mar como hubo el conde Arnaldos la mañana de San Juan! Con un halcón en la mano la caza iba a cazar. Vio venir una galera que a tierra quiere llegar. Las velas traía de seda, la jarcia de un cendal; marinero que la manda diciendo viene un cantar que la mar hacía en calma, los vientos hace amainar, |
los peces que andan al hondo
arriba los hace andar, las aves que van volando al mástil van a posar. Allí habló el conde Arnaldos, bien oiréis lo que dirá: -Por Dios ruego, marinero, dígasme ahora ese cantar. Respondióle el marinero, tal respuesta le fue a dar: -Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va. |
:: Romances Clásicos Españoles ::
Romances Novelescos: Romance del prisionero / Romance del Conde Arnaldos / Gerineldo/ Lanzarote/ Romance del Conde Olinos / Bernal Francés / La misa de amor / De Francia partió la niña / El enamorado y la muerte |
Romances Históricos: La derrota de Don Rodrigo / Romance de Doña Urraca / Romance de la Jura de Santa Gadea / La venganza de Mudarra / Romance de Antequera / La campana de Huesca / La pérdida de Alhama / Romance del Rey Moro que perdió Valencia / Romance de Abenámar y el rey Don Juan
Romances Novelescos: Romance del prisionero / Romance del Conde Arnaldos / Gerineldo/ Lanzarote/ Romance del Conde Olinos / Bernal Francés / La misa de amor / De Francia partió la niña / El enamorado y la muerte |
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ROMANCES
DE LA MATERIA DE BRETAÑA
(Romances artúricos)
LANZAROTE
Y EL ORGULLOSO
( Lanzarote de regreso de Bretaña )
Nunca fuera caballero
de damas tan bien servido
como fuera Lanzarote
cuando de Bretaña vino,
que dueñas curaban de él,
doncellas del su rocino.
Esa dueña Quintañona,
ésa le escanciaba el vino,
la linda reina Ginebra
se lo acostaba consigo;
y estando al mejor sabor,
que sueño no había dormido,
la reina toda turbada
un pleito ha conmovido:
-Lanzarote, Lanzarote,
si antes hubieras venido,
no hablara el orgulloso
las palabras que había dicho,
que a pesar de vos, señor,
se acostaría conmigo.
Ya se arma Lanzarote
de gran pesar conmovido,
despídese de su amiga,
pregunta por el camino.
Topó con el orgulloso
debajo de un verde pino,
combátense de las lanzas,
a las hachas han venido.
Ya desmaya el orgulloso,
ya cae en tierra tendido.
Cortárale la cabeza,
sin hacer ningún partido;
vuélvese para su amiga
donde fue bien recibido.
( Lanzarote de regreso de Bretaña )
Nunca fuera caballero
de damas tan bien servido
como fuera Lanzarote
cuando de Bretaña vino,
que dueñas curaban de él,
doncellas del su rocino.
Esa dueña Quintañona,
ésa le escanciaba el vino,
la linda reina Ginebra
se lo acostaba consigo;
y estando al mejor sabor,
que sueño no había dormido,
la reina toda turbada
un pleito ha conmovido:
-Lanzarote, Lanzarote,
si antes hubieras venido,
no hablara el orgulloso
las palabras que había dicho,
que a pesar de vos, señor,
se acostaría conmigo.
Ya se arma Lanzarote
de gran pesar conmovido,
despídese de su amiga,
pregunta por el camino.
Topó con el orgulloso
debajo de un verde pino,
combátense de las lanzas,
a las hachas han venido.
Ya desmaya el orgulloso,
ya cae en tierra tendido.
Cortárale la cabeza,
sin hacer ningún partido;
vuélvese para su amiga
donde fue bien recibido.
ROMANCE
DE DOÑA GINEBRA
Cabalga doña Ginebra
y de Córdoba la rica,
con trescientos caballeros
que van en su compañía.
El tiempo hace tempestuoso,
el cielo se escurecía,
con la niebla que hace escura
a todos perdido había,
sino fuera a su sobrino
que de riendas la traía.
Como no viera a ninguno,
de esta suerte le decía:
-Toquedes vos, mi sobrino,
vuestra dorada bocina
porque lo oyesen los míos
que estaban en la montiña.
-De tocarla, mi señora,
de tocar sí tocaría,
mas el frío hace grande,
las manos se me helarían,
que nada aprovecharía.
-Metedlas vos, mi sobrino,
so faldas de mi camisa.
-Eso tal no haré, señora,
que haría descortesía,
porque vengo yo muy frío
y a vuestra merced helaría.
De eso [no] curéis, señor,
que yo me lo sufriría,
que en calentar tales manos
cualquier cosa se sufría. (...)
Cabalga doña Ginebra
y de Córdoba la rica,
con trescientos caballeros
que van en su compañía.
El tiempo hace tempestuoso,
el cielo se escurecía,
con la niebla que hace escura
a todos perdido había,
sino fuera a su sobrino
que de riendas la traía.
Como no viera a ninguno,
de esta suerte le decía:
-Toquedes vos, mi sobrino,
vuestra dorada bocina
porque lo oyesen los míos
que estaban en la montiña.
-De tocarla, mi señora,
de tocar sí tocaría,
mas el frío hace grande,
las manos se me helarían,
que nada aprovecharía.
-Metedlas vos, mi sobrino,
so faldas de mi camisa.
-Eso tal no haré, señora,
que haría descortesía,
porque vengo yo muy frío
y a vuestra merced helaría.
De eso [no] curéis, señor,
que yo me lo sufriría,
que en calentar tales manos
cualquier cosa se sufría. (...)
El romance
es un poema característico de la tradición oral, y se populariza en
el siglo XV, en que
se recogen por primera vez por escrito en romanceros.
Los romances son generalmente poemas narrativos,
con una gran variedad temática, según el gusto popular del momento
y de cada lugar. Los romances se interpretan declamando, cantando o
intercalando canto y declamación.
Del tema de Lanzarote
del Lago existían ya versiones
castellanas en prosa desde el siglo XIV y era una materia muy
divulgada en los siglos XIV y XV. También del roman de Tristán
existirían versiones españolas, por lo menos desde el siglo XIII, y
era también un tema muy conocido en el medievo peninsular.
Los romances artúricos suelen aparecer dentro del apartado de
“romances de tema amoroso y novelesco”.
Para saber más